domingo, 24 de enero de 2010

Marionetas

Todos nosotros descendemos de pueblos que respondieron a los peligros de la existencia inventando historias sobre deidades impredecibles o malhumoradas. Durante mucho tiempo el instinto humano de entender quedó frustrado por explicaciones religiosas fáciles, como en la antigua Grecia, en la época de Homero, cuando, había dioses del cielo y de la Tierra, la tormenta, los océanos y el mundo subterráneo, el fuego y el tiempo y el amor y la guerra; cuando cada árbol y cada prado tenía su dríada y su ménade.





Durante miles de años los hombres estuvieron oprimidos como lo están todavía algunos de nosotros por la idea de que el universo es una marioneta cuyos hilos manejan un dios o dioses, no vistos e inescrutables. Luego, hace 2 500 años, hubo en Jonia un glorioso despertar: se produjo en Samos y en las demás colonias griegas cercanas que crecieron entre las islas y ensenadas del activo mar Egeo oriental.  Aparecieron de repente personas que creían que todo estaba hecho de átomos; que los seres humanos y los demás animales procedían de formas más simples; que las enfermedades no eran causadas por demonios o por dioses; que la Tierra no era más que un planeta que giraba alrededor del Sol. Y que las estrellas estaban muy lejos de nosotros. Esta revolución creó el Cosmos del Caos. 
En el siglo sexto antes de nuestra era, en Jonia, se desarrolló un nuevo concepto, una de las grandes ideas de la especie humana. El universo se puede conocer, afirmaban los antiguos jonios, porque presenta un orden interno: hay regularidades en la naturaleza que permiten revelar sus secretos. La naturaleza no es totalmente impredecible; hay reglas a las cuales ha de obedecer necesariamente. Este carácter ordenado y admirable del universo recibió el nombre de Cosmos.

Carl Sagan, Cosmos, El espinazo de la noche.

lunes, 18 de enero de 2010

Una historia

Érase una vez dos exploradores que llegaron a un claro de la jungla donde crecían muchas flores. Pasmados ante tal belleza uno dice: “Un jardinero se ocupa de este lugar”. Pero el otro no está de acuerdo: “No hay ningún jardinero”. Montan sus tiendas y a pesar de realizar una vigilancia continua nunca llegan a ver al supuesto jardinero. “Quizá sea invisible”, piensan. Deciden instalar una valla de alambre de espino electrificada y patrullar el perímetro con perros policías, pues uno de ellos recuerda que en la novela El hombre invisible de H. G. Wells se le podía oler y tocar. Ningún grito les induce a sospechar que algún intruso ha recibido una descarga, ni ningún movimiento de la verja apunta a un escalador invisible. Los sabuesos nunca ladran.




 Pero el creyente todavía no está convencido. “Es que hay un jardinero invisible, intangible, insensible a las descargas eléctricas, que no desprende olor… un jardinero que viene secretamente a cuidar el jardín que ama”. Al final el escéptico, desesperado, contesta: “¿Qué queda de tu afirmación original? ¿En qué difiere lo que llamas un jardinero invisible, intangible y eternamente elusivo de un jardinero imaginario o de ningún jardinero?” Esta historia del ex-ateo y filósofo norteamericano Anthony Flew ilustra perfectamente el problema. Según él, las afirmaciones religiosas que no se pueden comprobar objetivamente son afirmaciones sin sentido.

Miguel Angel Sabadell en Muy Interesante.

sábado, 16 de enero de 2010

Ciencia=democracia

"La información científica está en la base de la democracia"



Fe

"La fe es a menudo el orgullo del hombre que es demasiado perezoso para investigar."



F.M. Knowles

viernes, 15 de enero de 2010

Hambre




NADA QUE COMER . . .

antiglobalización



Incoherencias del mundo de hoy . . .

Pensamiento único

Hay que incitar a pensar, reír y pelear contra la apatía, el aburrimiento, el pensamiento único y la idiotez que provoca la indiferencia.-



jueves, 14 de enero de 2010

sábado, 2 de enero de 2010

La felicidad.

La felicidad es el único bien. 
El lugar para ser felices es aquí. 
La hora de ser felices es ahora.
La forma de ser felices es hacer felices a los demás.-





Coronel Robert Green Ingersoll (1833-1899)
librepensador norteamericano.


Tan sencillo de expresar, tan difícil de realizar. . .