martes, 7 de abril de 2009

Las bibliotecas


Las bibliotecas, son como los templos de una raza perdida. Esos lugares de culto incomprensibles para los hombres contemporáneos, que los observan de reojo, con desinterés o desprecio de turistas cuando pasan junto a ellos, o les dan un sentido muy distinto al que tuvieron.
La conformación intelectual y espiritual de un gran hombre, está en su biblioteca, y hasta que ésta no se desarma, el pensamiento opera su magia en el ambiente. Acaso por eso, los ámbitos reservados a las bibliotecas, tienen tanto de sagrado, y atraen a las personas de espíritu elevado, así como atemorizan y rechazan a la gente baja, ruin o materialista.




Cabe aclarar, aunque resulte obvio, que no hay que pensar aquí en un número de libros, ni en lomos de volúmenes homogéneos, o en otro tipo de característica prefijada. Precisamente ése es uno de los encantos de las bibliotecas, tan variados como los encantos de los hombres que las poseyeron.
La alquimia adecuada se produce en las bibliotecas solamente cuando un alma elegida entra al lugar, y su conciencia se desplaza hacia los libros, transita por el ámbito sagrado que los contiene, y reconoce su hermandad, su mensaje, la sutil pertenencia a una Patria poco numerosa, pero sin la cual el hombre se convertiría en esclavo de su propia oscuridad.

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