‘El caso Nokia da motivos para reflexionar sobre la política estatal de subvenciones en general’, señala Verheugen en el periódico dominical berlinés Welt am Sonntag, que recuerda que el grupo finlandés recibió una ayuda oficial de 90 millones de euros para montar la fábrica que ahora ha decidido clausurar.
Añade que la decisión de la empresa finlandesa de cerrar su planta en Bochum y dejar sin empleo a más de 3.000 personas, pese a que la factoría no es deficitaria, obliga a pensar que “no tiene sentido para el Estado pagar subvenciones para atraer empresas”.
En el año 2007, ocurrió en España un caso igual con la empresa Delphi (el primer fabricante de componentes para automóviles de EEUU), Recibió más de 62 millones de euros en subvenciones y dejó sin trabajo a alrededor de 4000 familias.
‘Pensar que las inversiones solo resultan rentables cuando se ven fomentadas con dinero del contribuyente resulta un riesgo’, afirma el comisario europeo de Industria.
Finalmente subraya que, en vez de primar a las empresas con subvenciones, se debería invertir ese dinero en la educación, la formación profesional y la creación de infraestructuras de primera calidad.
Ojalá cambiase esa lógica de subvencionar empresas (que ya tienen suficiente dinero) y se lo dedicase más a las personas.
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