Decía Aristóteles que “las ciencias tienen las raíces amargas, pero muy dulces frutos”, y ese es el problema: el amargor nos hace tirar el palote. El regaliz de la irracionalidad, la gominola en forma de palabras del líder político o religioso de turno... son siempre más apetecibles. Pensar aburre y cansa, no nos engañemos. Hilvanar un conjunto de pensamientos de forma lógica es una tarea ardua. “No existe un camino regio para la geometría”, le contestó el matemático griego Euclides a un príncipe que se quejaba de la dificultad que entrañaba seguir los razonamientos de su maestro. Por eso el aprendizaje no es un paseo, ni tan siquiera una actividad divertida. La ciencia es apasionante, emocionante, asombrosa... pero no un parque de atracciones.
Pero lamentablemente, es más fácil no pensar ni ser crítico, ser pasivo...
Pero lamentablemente, es más fácil no pensar ni ser crítico, ser pasivo...
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