viernes, 9 de abril de 2010

Nuestras vidas no necesitan un ser superior.


A finales del 2008 surgió una singular campaña publicitaria en los autobuses urbanos de algunas ciudades en los que podía leerse Probablemente Dios no existe, deja de preocuparte y disfruta de la vida. Hoy, el geólogo y editor Joan Carles Marset presenta un libro resultado de esa experiencia.

–¿Por qué probablemente?
–El probablemente proviene de una diferencia fundamental entre el pensamiento religioso y el ateo y es que éste no está fundamentado en el dogma, sino en la interpretación racional de la realidad.

–¿Dios no existe?
–Estamos firmemente convencidos. Nuestra vida no necesita un ser superior, no hay evidencia ni razón para pensarlo. El concepto tiene demasiadas contradicciones para poder aceptar que existe.

–¿Por qué persiste la religión?
–Ha ofrecido respuestas a las dudas del ser humano, pero sobre todo le ha dado consuelo. La ciencia y el conocimiento nos permiten cada vez más comprender la realidad y la religión ya no es necesaria.



–La humanidad necesita consuelo.
Sí, y la religión actúa como un placebo, pero no resuelve los problemas. Estamos solos, tenemos la clave de nuestro destino y podemos actuar para tener un mundo mejor.

–¿Hace daño o es pernicioso tener una creencia religiosa?
Es posible que sea útil creer, pero es una falacia. Lo que la religión provoca es un engaño a las personas para que sean felices y sea menos pesado gestionar su vida.

–En nombre de Dios se han cometido muchas atrocidades.
–La religión ha sido intocable y ha contado con la protección de los poderes fácticos, lo que ha impedido que se cuestionara la veracidad del mensaje y encubrir cualquier hecho reprobable. La religión, que pregona el amor, ha practicado el odio de forma cruenta.

-¿Y cuál es la utilidad de la religión hoy?.
En los países económicamente desarrollados y cultos, la física y la biología la han sustituido desde hace tiempo como interpretación del mundo. Las religiones han reconocido su derrota  y se han refugiado en su papel de consoladoras del dolor humano y orientadoras morales. En esta última función tienen depositadas sus últimas esperanzas de supervivencia y en este campo siguen considerándose depositarias de una verdad última, intangible, que está por encima de las verdades transitorias, efímeras, ilusorias de la sociedad humana.
–¿Cómo pueden los seres humanos disfrutar la vida, aunque muchos no sean ateos?
–Reconociendo su condición de mortales, con responsabilidad, ejerciendo la conciencia crítica, con solidaridad, respeto y amor.

Entrevista a Joan Carles Marset.

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