El mundo intelectual no puede quedarse en una cuestión de sentimentalismo, debe elevar al hombre por encima del hombre, y para ello se necesita un espíritu de guerrero capaz de sobrevivir en el desierto árido de la verdad sin disfraces. En tal arena luchan los más bravos con la pasión derivada de la fuerza del pensamiento, y en tal arena sufren y se sienten odiados los que quieren ver oasis por todos lados y a los que continuamente se les dice que lo que ven no son más que espejismos. No son ganas de fastidiar ni odio a los sedientos de animismos; sencillamente, que no hay agua donde aquellos dicen y la caravana del pensamiento humano no se debe distraer por rutas equivocadas. Enturbiar la vista echando arenas metafísicas a los ojos del caminante tampoco ayuda a hacer mejor el camino.
Al cosmos hemos abierto nuestros ojos. Fascinados o atemorizados por la inmensidad, hemos de atrevernos a encarar la realidad sin disfraces animistas. Hemos también de mostrarnos humildes y comprender que desde nuestra finitud no nos es posible dar respuesta actualmente a preguntas como por qué las constantes físicas del universo valen lo que valen -quizá en el futuro se pueda entender-, por qué el universo se puede entender racionalmente o el por qué mismo de todo lo existente. De nada sirve apelar a leyendas tales como la de un ser resucitado, hijo del creador de este universo, que alguien dijo que vio aparecérsele en tal lugar a tales personas y otros dicen que lo vieron en otro lugar con otras personas. Dejémonos de cuentos de beatas, agarremos al toro por los cuernos y al universo por la materia.-
Martín López Corredoira en su libro ¿dios o la materia?
1 comentario:
Estupendo libro del que has sacado la cita.
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