jueves, 19 de febrero de 2009

Creo porque es absurdo

Fe, decía el jesuita Anthony de Mello, es entrar a un restaurante de lujo sin un céntimo y encargar una docena de ostras con la esperanza de hallar una perla con la cual pagar la cuenta. Tertuliano definía la fe como un sentimiento que va más allá de la razón, un espacio donde se cree sin necesidad de entender.



Una frase refrendaba su idea: Credo Quia Absurdum: creo porque es absurdo. La fe es la base de la religión. Cuando el hombre no encuentra respuestas a sus incertidumbres surge la religión para absolver todos los interrogantes. Que esas respuestas se hallen en las antípodas de la razón importa poco, lo imperativo es encontrar un bálsamo para sus dudas. De eso se valen los jerarcas religiosos.

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