domingo, 22 de febrero de 2009

"Clavos García"

Un gallego llamado Ferrán García abrió una Ferretería en Roma a pocas manzanas del Vaticano. Como publicidad exterior, bien visible y en atención al entorno en que localiza su establecimiento, el gallego cuelga un enorme crucifijo.
Sobre la figura de Jesús clavado en la cruz, y en el lugar donde debiera estar el INRI, el gallego pone un cartel luminoso que dice:

CLAVOS GARCÍA
2000 AÑOS DE GARANTÍA

El escándalo fue mayúsculo. Hubo un editorial de protesta en el mismísimo “Osservatore Romano”. La noticia se la hicieron llegar personalmente a Su Santidad que, por no dar publicidad mayor al hecho, encarga al mismo editor del Osservatore Romano que haga las gestiones necesarias para que el anuncio sea retirado.

El Director va a conversar con el gallego. De la forma más educada posible, pero con firmeza, le explica que no se puede usar este tipo de publicidad... ¡Y mucho menos, en Roma! ¡Y a las mismas puertas del Vaticano!

El gallego, como hombre razonable que es, modifica su anuncio, reemplazando la figura del Cristo crucificado con otro. Esta vez, Jesús tiene solo una mano clavada, la otra está suelta, saludando al público. Sobre la cruz hay un nuevo cartel luminoso que dice:

¿QUÉ MANO SOSTENÍA
UN CLAVO “GARCÍA”?

Fue peor el remedio que la enfermedad. El escándalo ahora llega hasta Castelgandolfo, residencia veraniega de Su Santidad. El Papa, de vacaciones, irritado, va personalmente en su papamóvil hasta la tienda del ferretero. El Santo Padre, tremolando sus manos, clama al gallego:

- Hijo mío, no puedes usar a la figura de Nuestro Señor como efigie de tus anuncios comerciales... Por favor, inventa otra cosa.

El siempre creativo gallego coloca una cruz vacía, fuera de su tienda, y sobre ella hay un nuevo cartel luminoso:

SI LOS CLAVOS FUERAN GARCÍA...
¡NI CRISTO CON SER DIOS ESCAPARÍA!

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