En una entrevista concedida al diario del Vaticano, ‘L’Osservatore Romano’, Girotti ha hecho referencia a las “nuevas actitudes pecaminosas” del hombre moderno.
El prelado ha destacado los pecados que se cometen hoy en día “en el área de la bioética”, donde se violan “derechos fundamentales de la naturaleza humana, a través de experimentos, manipulaciones genéticas, y cuyos resultados son difíciles de prever y tener bajo control”.
Otro de los ámbitos hacia los que ha apuntado Girotti es el de a droga, “con la que se debilita la psique y se oscurece la inteligencia”, así como el de las “desigualdades sociales y económicas, según las cuales los pobres son cada vez más pobres y los ricos, cada vez más ricos”, situación que “alimenta una injusticia social insostenible”.
Asimismo, ha mencionado los pecados contra la ecología, que hoy en día “revisten un interés especial”, sobre todo, por lo que respecta a la contaminación ambiental.
El mismo Girotti ha hecho referencia la semana pasada a la crisis que atraviesa el sacramento de la confesión dentro del mundo católico. El mismo Papa Benedicto XVI también lo ha reconocido, lamentando que el mundo de hoy esté perdiendo “cada vez más el sentido del pecado”.
Por esta razón, el Papa ha recordado que la confesión no consiste sólo en la acusación de los pecados sino que, sobre todo, se trata “de un encuentro personal con Dios”. “Cualquier pecado que se cometa, si se reconoce humildemente” y se confiesa, lleva a experimentar “la alegría pacificadora del perdón de Dios”.
"Uno no ofende a Dios sólo al robar, blasfemar, o desear la mujer del prójimo", dijo Gianfranco Girotti en referencia al texto que, según la Biblia, dictó Yahvé a Moisés, "sino también cuando uno daña el medio ambiente, participa en experimentos científicos dudosos y manipulación genética, acumula excesivas riquezas, consume o trafica con drogas, y ocasiona pobreza, injusticia y desigualdad social".
Los nuevos pecadores están por todos lados y esta campaña de sensibilización se debe a la "disminución del sentido de culpa", según señala Girotti. Los datos demuestran que tan solo un 60% de los católicos acude al confesionario. "Es necesario relanzar este sacramento", dijo Girotti, "que ya hace años está en crisis".
La Iglesia católica divide los pecados entre los veniales, es decir, menos serios, y los mortales, que amenazan el alma a la condenación eterna en el Infierno, al no ser absueltos antes de la muerte a través de la confesión y las penitencias.
No existe una lista definitiva de los pecados mortales. La primera, de hace 1.500 años, fue redactada por el papa Gregorio El Magno y recuperada más tarde por Dante como hilo argumental de La Divina Comedia (siglo XIV): lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia. Así que la Iglesia cree necesario actualizarla. Los curas deben tener en cuenta "los nuevos pecados que han aparecido en el horizonte de la humanidad como un corolario, de este proceso imparable que es la globalización", dijo Girotti.
Entre las cuestiones que más preocupan a la jerarquía de la Iglesia católica en este momento, figuran el aborto y el abuso de menores, que ha afectado también al clero y ha revelado así "la fragilidad humana e institucional de la Iglesia". En algunos casos, denunció el prelado, se han "exagerado" los hechos por parte de los medios, "para desacreditar a la Iglesia".
El mismo Girotti hizo referencia la semana pasada a la crisis que atraviesa el sacramento de la confesión dentro del mundo católico. El papa Benedicto XVI también incidió en ello. El mundo de hoy está perdiendo "cada vez más el sentido del pecado", lamentó. Por esta razón, el Papa recordó que la confesión no consiste sólo en la acusación de los pecados sino que, sobre todo, se trata "de un encuentro personal con Dios". "Cualquier pecado que se cometa, si se reconoce humildemente" y se confiesa, lleva a experimentar "la alegría pacificadora del perdón de Dios", dijo.
Hay menos sentido de la culpa porque se tiene menos miedo y existe menos ignorancia afortunadamente que antaño; ataduras éstas, que la religión necesita para su subsistencia. . .
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