martes, 20 de noviembre de 2007

¿Dios es justo?

Mirando este paquete de blasfemias, probablemente te preguntes por qué no parece que Dios se preocupe de las siguientes blasfemias, o por qué Dios no parece haberlas castigado a lo largo de la historia de EE. UU.:

  • el genocidio de los indios americanos ("amarás al prójimo como a ti mismo");
  • tráfico de esclavos (60 millones de muertos: "no matarás");
  • Hiroshima y Nagasaki (millones sepultados por escombros derretidos, y millones más mutilados, deformados y condenados al cáncer).
  • Vietnam (millones consumidos por el napalm y el agente naranja);

  • unas 69 invasiones convencionales desde el final de la Segunda Guerra Mundial y la consecuente liquidación de la vida, la propiedad y la nacionalidad.
  • 500.000 niños iraquíes asesinados poco a poco gracias al régimen de sanciones;
  • el respaldo a dictadores, juntas militares, jeques, incluso fanáticos religiosos de "otras" culturas que persiguen el dominio y la fortuna;
  • las torturas infligidas tanto a inocentes como a culpables en Guantánamo, Abú Ghraib, a través de "interpretaciones extraordinarias" clandestinas, todas inaceptables para las leyes de EE. UU.
  • negarse a firma tratados internacionales que en cierta medida podrían aminorar la destrucción catastrófica del entorno.
  • la militarización del espacio
  • por no hablar de la disposición a invadir otros países bajo falsos pretextos, utilizando uranio, fósforo blanco, bombas de fragmentación, para asumir la propiedad del petróleo, y darle a las empresas de armamento la oportunidad de crear muevas y más destructivas armas de destrucción masiva.

Como es obvio, esta lista podría ser interminable; aún así el Dios derechista no parece preocuparse por estas abominaciones ni creer que merecen un castigo. Estos crímenes, de algún modo, no llegan a "pecados" ni se prestan a consideraciones morales. Sólo el cuerpo de Eva y lo que los anunciantes hagan con él son provocaciones legítimas de la ira de Dios. Se infiere que con tal que la máquina imperialista aprendiera al mismo tiempo a honrar los mandamientos de Dios sobre la denigración de la carne, la situación sería no ya buena, sino ideal.

Badi Raina en Znet.com

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